domingo, 18 de octubre de 2009

SOMOS COMO HOJAS DE UN ÁRBOL

Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino. Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, más otras apenas vemos entre un paso y otro. A todos ellos llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.



Tal vez cada hoja de un árbol, caracteriza a uno de los nuestros amigos. El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y amiga mamá. Nos muestran lo que es la vida. Después vienen los amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros. Pasamos a conocer a toda la familia de hojas, a quienes respetamos y deseamos el bien. Más el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos denominamos amigos del alma, de corazón.

Son sinceros, son verdaderos. Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado un amigo enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies. Más también hay de aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro durante el tiempo que estamos cerca.

Hablando de cerca, no podemos olvidar a los amigos distantes, aquellos que están en las puntas de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen en una hoja u otra.

El tiempo pasa, el verano se va, el otoñose aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otros permanecen por muchas estaciones, pero lo que nos deja más felices es que los que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría.

Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.

Tedeseo a ti, hoja de mi árbol, paz, amor, suerte y prosperidad...hoy y siempre...simplemente, porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre que deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada. Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de

QUE DOS ALMAS NO SE ENCUENTRAN POR CASUALIDAD.